domingo, 15 de julio de 2012

Lo lamento

Dicen que estas deprimido, que hay que adecuarse, que hay un mundo mejor, dicen. Te entregas a la ciencia, lo mismo de siempre, gente bien pensante, los mejores, los que llevan la antorcha del saber occidental, desde los griegos, desde Roma, nosotros, los seres pensantes. Ellos y ellas prometen un mundo mejor, aliviar el dolor psíquico, vivir la vida bien, te dicen que vas mal.
Prometen una realidad mejor, una vida mejor, llegar a eso que nos prometieron, a ese ideal occidental, al Estado de Bienestar. Prometen un volver a empezar, un reseteado mas, una actualización mas del software. Evolución, de última generación, upgrade your mind. El sistema de exclusión no se detiene, cada vez hay mas gente y es mas difícil acceder a la primera o segunda clase, la mayoría queda en el furgón de cola cayéndose por atrás. Hoy se experimenta con el cerebro, con todo tipo de drogas, parece la única salida, LA salida. Mientras millones caen al abismo, al olvido, a la marginación, a la muerte lenta, invisibles masas de anónimos sin destino sin madre ni padre ni perro que les ladre. Oscuridad que como un imán los arrastra sin esfuerzo, la comodidad de dejarse caer los acuna, los mima, los pierde. Algunos se resisten pero no tienen chance, están perdidos, por mas que sean fuertes y tengan carácter. Ahí están, las masas anónimas, los caídos en desgracia, los sin suerte, los hay víctimas de su resistencia pues esta es usada en su contra, su deseo es usado por otros. Porque quieren vivir, son explotados. La única potencia posible de los impotentes es dejarse caer, inmolarse, quitar colaboración, salirse del sistema y morir de frío, afuera, a la intemperie, bajo las estrellas inalcanzables, fuera de la historia, prescindibles, asesinables, olvidables. Pero siguen ahí, ahí están, sobreviviendo sin alma y sin destino. Fuera de la historia. Fuera de la fiesta. Fuera del Sentido y del Sinsentido.
Gente cosificada, que puede comprarse, usarse, tirarse, venderse, cosas. 
Sus rebeliones son espasmos individuales, adicciones, crímenes, pequeñas escaramuzas, griterío, vulgaridad, muerte en soledad. Esos marginados que por no cargar con mochilas culturales se reproducen sin escrúpulos serán mayoría y pasarán a ser marginadores, y los pensantes serán vencidos, se perderán en la multitud, anonadados, debilitados por el número de zombies.
Los acontecimientos se precipitan, fuerzas de un poder descomunal están próximas a desencadenarse, ya no las pueden sujetar, los tiempos se terminan, no hay lugar para esperas ni horarios ni fechas, el movimiento está en marcha y no hay vuelta atrás. Occidente se derrumba inevitablemente, estrepitosamente, como las torres. De pronto parece que todo se detiene, el derumbe se posterga, pero al rato vuelve la debacle, la gravedad es constante, la lucha sin cuartel. Todo lo que el hombre construye el tiempo lo destruye, ruina sobre ruina, fracaso sobre fracaso. Espadeos verbales, discursos a los gritos, todos al mismo tiempo, tiempo real. El pasado que no quiere morir y se aferra con uñas y dientes y cadenas y garras que desgarran. Te quieren matar, sabelo. No hay inocencia en sus palabras, no hay buenas intenciones en sus buenas intenciones, sus manjares envenenan, sus sonrisas son fingidas, frígidas, tontas, drogadas, muertas, llenas de anzuelos, gente sin alma. Zombies. Mussolini colgando de una soga.